La clave sobre el miedo a hablar en público. Aquí va...
Muchos de nuestros alumnos y lectores se inscriben principalmente porque sienten miedo o nerviosismo al hablar en público. En los casos más críticos, estas sensaciones son incontrolables al punto de la parálisis. En el mejor de los casos, se expresa como sudoración de manos, temblor, bajo control del lenguaje corporal y muletillas.
El problema surge cuando esto se interpone en nuestra carrera profesional, nuestra vida privada y nuestras relaciones. Para muchos es la piedra de tope para seguir ascendiendo en nuestras carreras, lanzar su propio negocio o cambiar el mundo.
Todo esto se debe a que nos relacionamos con el miedo de manera incorrecta, contraria a como realmente deberíamos actuar.
Imagina que estamos en la era mesozoica, rodeados de dinosaurios enormes con dientes tan afilados que podrían destruir nuestros huesos más fuertes en tan solo un segundo. Imagina que te encuentras de frente con un enorme carnívoro a quien le pareces una delicia para el postre (esto nunca pasó...). Tu cuerpo, maquina perfecta y fiel aliado en la supervivencia de todas las especies por las que hemos pasado, los pasados 80 millones de años, te golpea con un miedo escalofriante: manos temblorosas, piel de gallina, pupilas contraídas, músculos tensos y tu corazón, latiendo a 180 latidos por minuto. En este escenario tu instinto te llevará por dos caminos: paralizarte, una de las reacciones clásicas del miedo o correr despavorido para salvar tu vida. Aquí viene la clave del miedo.
Las emociones que corren por nuestro cuerpo al hablar en público pueden llegar a ser tan fuertes como el escenario descrito, pese a que las consecuencias son desproporcionadamente menores. Aún así, nuestro cuerpo nos prepara y previene del peligro, el descomfort y el posible ridículo. Lo que tú haces con el miedo es intentar callarlo, controlarlo y silenciarlo, para que no te moleste. Es tan antinatural como pedirle a un pez que trepe un árbol.
Lo que aprenden a hacer los grandes Oradores es a utilizar el miedo en el "modo correr". La adrenalina o epinefrina (ya que mi alumna doctora me corrige) es un neurotransmisor y hormona encargada de volver nuestro cuerpo una máquina de energía y stress, de manera que ante las situaciones peligrosas, puedas correr tan rápido, saltar tan alto y reaccionar tan instintivamente, que seas imparable ante el peligro inminente que nos espera fuera.
Nunca más calles tu miedo. Siéntelo, conéctate con él y entiéndelo. Porqué está ahí, dónde está ubicado, cómo se siente tu cuerpo, tu rostro, tus manos, tu estomago y tu mente. Permite que el miedo te energice, lo que es su real propósito y entrena para transformar toda esa energía en motivación, engagement y cercanía con tu público. Para ese entrenamiento es clave la exposición constante, la práctica orquestada, dirigida y con permanente feedback. Esta es una de las principales razones de la mecánica de la clase SpeakerCoach. Es la exposición la que te permitirá entender a tu cuerpo y canalizar esos fuertes impulsos y transformarlo en un lenguaje corporal poderoso, manos que orquesten tus palabras y rostro confiado, con tu corazón latiendo a 180 y sintiéndote por dentro como un corredor de 100 metros planos en el peak de su carrera.
Es por estas razones que el escenario es adictivo. Para quienes son exitosos en esta búsqueda ya no es necesario lanzarse en paracaídas, bucear entre tiburones o practicar deportes extremos. Sientes el mismo peligro y aprendes a disfrutarlo, por que ahora lo haces bien y la potencial renta de hablar bien, si eres experto en tu área, es ilimitada.
Si te gustan los desafíos, eres un profesional consumado y talentoso, aquí tienes uno.